Perú y Chile: ¿Cómo será el desenvolvimiento ante un escenario alcista para el cobre?
Publicado hace 3 años
El alto precio mundial del cobre es una buena noticia tanto para Chile como Perú; de igual forma, la promesa de la electromovilidad no hace más que asegurar una creciente demanda para los próximos años.
La Corporación Nacional del Cobre de Chile (Codelco) dio a conocer a fines de octubre que casi cuadruplica sus excedentes -el término usado para describir sus utilidades más un 10% de aporte al Estado- por la venta del metal, entre enero y septiembre, superando los US$ 5.200 millones, versus los US$ 1.124 millones del mismo periodo de 2020.
La buena noticia de la minera estatal ha sido un alivio para el Gobierno chileno frente a problemas crecientes como un aumento de contagios por COVID, la sombra de una acusación constitucional al presidente Piñera y una inflación en aumento.
Aunque con altibajos, desde mayo de este año el metal rojo ha estado alcanzando máximos históricos al superar la barrera de los US$ 4,80 la libra, mientras que durante los primeros días de noviembre llegó a los US$ 4,34. Bastante más que los US$ 2,75 que promedió en 2020 y mucho mejor que las estimaciones que hace justo un año había hecho la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), cuando predijo un valor de US$ 2,90 por libra para 2021.
“El Ministerio de Hacienda ha calculado que cada centavo de dólar que el cobre registra significa US$ 24 millones adicionales de ingresos para Chile, aproximadamente”, dijo a AméricaEconomía Marco Riveros, vicepresidente ejecutivo (VPE) de Cochilco.
De acuerdo con Riveros, estos altos precios se explican por la vulnerabilidad en la oferta del metal, fenómeno que ha inducido la acumulación de inventarios por parte de los principales consumidores, en especial China.
“Esto último se ha reflejado en la caída de los inventarios de cobre refinado en las tres bolsas de metales, ubicándose al día de hoy en el menor nivel en una década, agudizando la percepción de escasez del metal. La recuperación de las principales economías –Estados Unidos, Europa y Japón–, es otro de los factores que explican esta alza. La apertura de estas economías generó una mayor demanda de bienes durables. Asimismo, el proceso inflacionario global es un inductor de demanda de metales, como reserva de valor. A lo anterior se agrega que para el presente año se proyecta un déficit del metal, lo que ha contribuido a presionar el precio al alza”, precisa el VPE.
En Perú, en tanto, datos del Banco Central de Reserva (BCR) en su Reporte de Inflación de septiembre, proyectaban que en 2021 el PIB minero metálico del país crecería en 14.4%, reflejando una rápida y sostenida mejora de esta actividad extractiva, mientras el ministro de Energía y Minas precisó que entre enero y agosto se ejecutaron inversiones en minería por US$ 2.577 millones, correspondientes a la construcción de los proyectos Quellaveco, Mina Justa y la ampliación de Toromocho.
De enero a octubre del 2021, las regiones de Perú recibieron ingresos provenientes de la minería por US$ 1.620 millones, un 56.9% que el mismo periodo del año anterior, que fue de US$ 1.032 millones, según reveló el Ministerio de Energía y Minas.
Y, además, la electromovilidad y la lucha contra el cambio climático estimulan la demanda por cobre, prometiendo demandas importantes en los próximos 15 a 20 años, detalla Gustavo Lagos, profesor del departamento de ingeniería de minería de la Universidad Católica de Chile.
“Por lo tanto, tenemos una demanda interesante que puede llegar a ser más de 1.5% - 2% por año adicional. Otro elemento que juega a favor de los precios altos es la oferta y demanda: los inventarios están muy bajos, han estado bajos desde hace meses, y se van a mantener relativamente bajos este año y el próximo.
Eso ha llevado a que algunos pronósticos apuesten por un precio bastante alto.
“La subida [este año del cobre] ha sido [casi] de un 100% respecto del verano pasado; en octubre ha bajado un 10% por la ralentización de la economía China, pero la mayoría de los analistas y yo mismo creemos que llegará a US$ 10.500 la tonelada, antes de final de año” afirma a AméricaEconomía Manuel Romera, director del Sector Financiero del IE BUSINESS SCHOOL, quien considera que el cobre es uno de los casos más espectaculares de éxito de los últimos tiempos, “debido a no solo la demanda habitual del metal sino a la demanda por baterías eléctricas y paneles solares”.
Pero lo que es una excelente noticia hoy, podría cambiar en el corto plazo, aguando las previsiones más optimistas. Y algunos analistas concuerdan en que el escenario viene difícil para la minería del cobre.
¿Qué es posible esperar con el cobre en Chile y Perú -el primer y segundo productor mundial respectivamente- en los meses que vienen?
Escenario de volatilidad
Para 2022 se proyecta una menor escasez del metal, lo que debiera tender a moderar las expectativas de precios, explican desde Cochilco.
Esto, porque el crecimiento económico de China -que con un poco más del 50% de la demanda, es el principal consumidor mundial de cobre- se está desacelerando, imponiendo un techo al crecimiento de la demanda.
Junto a eso, hay una serie de factores económicos y financieros, que aportan volatilidad al precio del metal rojo: la trayectoria internacional del dólar estadounidense, las expectativas de crecimiento de las principales economías desarrolladas, las políticas monetarias de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) y, por el lado de la oferta, los cambios de corto plazo no anticipados en la producción del metal, que pueden derivarse de conflictos laborales, efectos climáticos y un largo etcétera.
“La reciente volatilidad de los precios del cobre se debe a una combinación de varios factores que deben ser asimilados por el mercado”, afirmó a AméricaEconomía Carsten Menke, jefe de investigación de nueva generación en el banco suizo Julius Baer.
Además del enfriamiento de los sectores de infraestructura e inmobiliario en China, “que es negativo para la demanda de cobre y por ende de los precios del metal".
Al mismo tiempo y como contraste a eso, el mercado todavía está observando una reducción en los inventarios (de cobre), principalmente para la Bolsa de Metales de Londres y la Bolsa de Futuros de Shanghai, dice Menke.
“Algunos interpretan esto en una forma muy extremista, como una señal de que hay escasez inminente, o de que el mundo puede incluso estarse quedando sin cobre. No estamos de acuerdo, ya que creemos que estas reducciones se reflejan principalmente en el [llamado] ‘juego de inventario’ que hacen los traders. Básicamente, lo que hacen es cambiar el inventario de una parte visible de la cadena de valor a una parte invisible, y lo más probable es que este material (el cobre) nunca se consuma en la fabricación. Tomamos esto y el reciente aumento de la volatilidad como una señal de que los precios del cobre están en un peak, o cerca de estarlo”, afirma el analista.
Y así se está viendo.
Tal como reportó Reuters, los precios del cobre cayeron desde el lunes 1 de noviembre a su nivel más bajo en más de dos semanas, debido a que las preocupaciones sobre la demanda en China y un dólar más fuerte estimularon las ventas, aunque la disminución de los inventarios fuera del país asiático limitó el descenso y la tonelada de cobre quedó a US$ 9.535, su nivel más bajo desde el 13 de octubre.
Otro análisis a la baja para el metal viene de parte de Credicorp Capital, en Perú.
Miguel Leiva, vicepresidente de Equity Research de Credicorp Capital, señaló a AméricaEconomía que, “nosotros hemos decidido para el próximo año tomar una posición más conservadora, con US$ 8.500 por tonelada, por esta alza de tasas de la Fed y el riesgo del mercado inmobiliario en China, más posibles [nuevas] variantes del COVID-19. De todos modos US$ 8.500 es bueno para nuestras economías, si tomas en cuenta el promedio de los últimos 10 años que debiera estar más pegado a los US$ 7.500”, aclara.
Esto, a pesar de que en general, los inversionistas a nivel global están apostando por los US$ 9.400 por tonelada de cobre en 2022.
Junto a eso, un reciente estudio del Centro de Estudios del Cobre y la Minería (CESCO) y la consultora minera Vantaz Group, en Chile, denominado “Señales de la Minería”, el entorno económico, social y regulatorio están afectando las decisiones del sector.
Este índice, que recoge las expectativas del sector minero en el que 50 puntos es el límite entre el optimismo y el pesimismo, reveló un deterioro en las expectativas del sector, las que bajaron a terreno pesimista entre septiembre y octubre, alcanzando un valor de 37,8 puntos versus las 51,0 unidades que tenía en abril.
“Las expectativas a la baja del sector obedecen a los indicadores macroeconómicos de Chile, que se han deteriorado como nunca en décadas, a lo que también se suman las expectativas en torno a las elecciones presidenciales y el trabajo de la convención constituyente, todo lo cual se está dando en un entorno político volátil y polarizado en donde se observa una carencia de propuestas de política pública”, comentó Alejandra Wood, directora ejecutiva de Cesco, en el comunicado que se hizo sobre el estudio.
Otros retos del sector, identificados por el índice, fueron el fortalecimiento de la institucionalidad pública y el avance hacia una minería con menor huella de carbono.
Juan Cariamo, socio y co-CEO de Vantaz Group, explica que este índice –realizado sobre la base de encuestas a representantes de empresas mineras, proveedores, instituciones académicas, inversionistas y analistas financieros, organismos públicos, entre otros– contrasta con la visión que existe respecto del dinamismo de la industria.
“Vemos un entorno minero bastante sólido, en medio de una visión pesimista sobre el entorno de negocios en el país”, dijo en el texto Cariamo.
¿Productores sin proyectos?
Las visiones pesimistas de las que habla el estudio de Cesco y Vantaz tienen asidero.
Finalizando octubre, la compañía minera Antamina, en Perú, anunció la suspensión de sus operaciones en Áncash ante las protestas y el bloqueo de vías. La firma, perteneciente a BHP Billiton, aseguró a la prensa que tomaba esa decisión para privilegiar la tranquilidad y seguridad de las personas, frente a las protestas sociales de pobladores de las provincias de Huari y Bolognesi.
“Creemos que no existen garantías para desarrollar nuestras labores productivas o para seguir trabajando en los proyectos y obras por el desarrollo en nuestra área de influencia operativa”, señaló al respecto la minera en un comunicado.
Por semanas ya, Perú ha registrado protestas en regiones mineras, como Ayacucho, con parte de su población exigiendo el retiro de empresas mineras de sus territorios. También se han registrado actos de violencia en las operaciones mineras Apumayo y Breapampa.
Ante estos hechos, la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE) hizo un llamado urgente para que el Gobierno haga primar el estado de derecho frente a la ola de violencia que se viene dando contra operaciones mineras y de hidrocarburos.
“En el corto plazo, estos problemas de protesta social, cierres de operaciones, conflictos por impuestos ayudan al precio [del cobre] a seguir subiendo”, indica Melvin Escudero, economista de la Pacífico Business School. Pero, a renglón seguido, aclara que estos problemas dificultarán en el mediano y largo plazo el desarrollo de la industria.
Algo que ya se está viendo al analizar los proyectos en estudio.
“Perú tiene varios proyectos en cola, inversiones [mineras] por más de US$ 60.000 millones, y mucho de eso es cobre. Pero la mayoría son a tres o cinco años, como Quellaveco, Michiquillay y Tía María. Los problemas políticos podrían retrasar las operaciones”, lamenta Escudero.
Además, para el académico, el otro problema es que este superciclo del cobre, aunque genera riqueza, “también hace aparecer la codicia”, indica para explicar la efervescencia social y la violencia que se ha dado a nivel de comunidades.
“Con altos precios [del cobre] esto se puede volver estructural”, dice, indicando que, para él, es el Estado peruano el responsable, ya que cobra los impuestos que provienen de la minería, pero no ejecuta correctamente.
“Hay cierta razón en los reclamos de los pobladores y el Estado ausente”, sopesa el economista, quien, además, considera que con los actuales precios ninguna minera tiene excusas para no cumplir con los mejores estándares ambientales.
“Los vecinos de minas necesitan tener infraestructura social de primera calidad, mejorar su calidad de vida, es lo mínimo que se les puede dar […]. Es una deuda social: carreteras, colegios, hospitales; todo eso puede hacerse con los impuestos”, considera Escudero.
Algo que Miguel Leiva también comparte.
“Tenemos un problema, quizás político, de los gobiernos que no han sabido comunicar. Hay un conflicto permanente con las comunidades”, afirma el vicepresidente de Equity Research de Credicorp Capital.
“Todo va a depender de que salgan nuevos proyectos, pero, de momento, la oferta mundial de cobre para los siguientes años es un poco limitada”, agrega. “Yo diría que, si el Gobierno apunta a mantener la competitividad del sector a nivel global, para seguir atrayendo inversiones, tiene muy poco margen de maniobra, porque la tasa efectiva [es decir, el impacto del valor presente de los impuestos en el valor presente del resultado financiero antes de impuesto] en el sector minero en Perú –considerando impuestos y regalías– está más pegado al 50%”.
De todos modos, el analista de Credicorp ve que el actual Gobierno, al menos en el caso de los proyectos Las Bambas [de la china MMG y que recientemente enfrentó bloqueos] y Antamina, “se acercó rápidamente a hablar con las comunidades, tratando de llegar a un entendimiento”, afirma.
Fuente: América Economía
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