Minería: integración y bienestar
Publicado hace 3 años
"La minería, vista como oportunidad, nos brinda la posibilidad de llevar conectividad a todo el territorio", sostuvo Guillermo Vidalón del Pino, superintendente de Relaciones Públicas en Southern Perú.
Por: Guillermo Vidalón del Pino, superintendente de Relaciones Públicas en Southern Perú.
El Perú tiene muchas ventajas comparativas sobre las cuales debe basar su desarrollo y generación de bienestar para su población. No obstante, uno de sus mayores problemas es la falta de un liderazgo que sea capaz de conducir al conjunto social en función a la identificación de las ventajas que dispone.
Somos un país donde se generaron culturas originarias, cuyo legado deslumbra a propios y foráneos. Los antiguos peruanos aprovecharon la multiplicidad de opciones que le ofrecía el congregar en el territorio 28 de los 32 climas existentes en el mundo, que lo convierte en un espacio geográfico único e irrepetible. Contamos con una costa bañada por la corriente de Humboldt, aguas frías que ofrecen una riqueza ictiológica singular; en el norte, la corriente del Niño nos brinda aguas cálidas y peces cuyo sabor y textura se suman a la diversidad del sur.
El Cusco, asentado en la serranía fue el centro administrativo desde donde se extendió el imperio incaico, la selva empezaba a ser explorada por grupos de avanzada antes de producirse el encuentro de dos mundos.
¿Cuál fue el estímulo que atrajo a los europeos al continente americano?
La agricultura, la pesca, la voluntad por explorar y descubrir nuevos territorios. ¡No!, el atractivo por conocer el Antiguo Perú provino de su potencial minero, de su producción de oro y plata. Asimismo, de su recurso humano que se encontraba capacitado para explorar y hallar yacimientos, así como procesar, refinar, moldear los metales y producir una obra de arte que acrecentó la ambición de la expedición conquistadora.
Han transcurrido poco más de cinco siglos y el Perú sigue siendo un país atractivo para el comercio mundial. Las condiciones han cambiado, nos independizamos y convertimos en república, heredamos muchas culturas que coexisten al interior del territorio, la costa y la sierra han dado un paso más en el proceso de integración. La selva, sin embargo, aún alberga grupos sociales con culturas que tienen expectativas disímiles, aunque una gran mayoría de ellas sienten que deben ser parte de un proyecto nacional que mantenga la unidad político-administrativa del Estado y preserve la diversidad cultural, porque en ella se sustenta el múltiple aporte de los grupos y organizaciones sociales que habitan el país.
En concordancia con lo expresado, más allá del anhelo de integración, se requiere fortalecer las fuerzas cohesionadoras e identificar cuáles son los cuestionamientos que dificultan la integración. Al indagar en cada escenario social, siempre está presente la demanda por mayor infraestructura y mejores servicios socio-productivos.
¿Por qué demandan infraestructura?
Porque desean intercambiar sus productos mediante el acceso a otros mercados y obtener un beneficio legítimo de su actividad. La población no desea la dádiva pública o privada, sino la oportunidad que haga compartir lo suyo con los demás grupos humanos que habitan en el país para posteriormente proyectarse al exterior. Pero, cómo obtener ventajas si no se cuenta con una formación académica que haga posible identificarlas. Allí está el reto y también el desafío.
La historia nos demuestra que los antiguos habitantes de este espacio geográfico sí fueron capaces de crecer, constituir un Estado, vincularse al territorio, aprender de él, erigir culturas, trascender y proyectarse al futuro.
En ese sentido, cabe preguntarse ¿qué los hizo tan exitosos? Sin lugar a dudas, fomentar la inclusión y complementariedad de todas las actividades que realizaban. El Tawantinsuyo pescó en la costa, aró su tierra fértil, canalizó el agua de los ríos, construyó terrazas en los cerros a las que denominó andenes y se las ingenió para que el agua ascienda impulsada por desniveles que la conducían hacia sifones, infiltró agua en las grietas de las montañas para alimentar la napa freática y disponer de ella a través de manantiales que se ubicaban varios pisos ecológicos más abajo.
¿Para qué emplearon el agua?
Ciertamente para la agricultura, pero no exclusivamente. El agua de la producción agrícola en las culturas preincas e incas no hubiese sido posible sin la presencia de la actividad minera. Las chaquitacllas, herramienta empleada para trabajar los campos y colocar las semillas a mayor profundidad, llevaban puntas de cobre; y, las joyas de oro que admiramos hasta la actualidad fueron procesadas sobre una base de cobre.
Entonces, ¿cuál es el legado?
Aprovechar la potencialidad del territorio sin excluir a ninguna actividad. En la actualidad, el Perú dispone de yacimientos cuyo potencial y viabilidad económica están identificados. Se estima que su puesta en marcha representará inversiones del orden de los US$ 57 mil millones, cifra que –además de los puestos de trabajo directos que se generen durante las etapas de construcción– añadirá puestos de trabajo permanentes.
Del mismo modo, el Estado dispondrá de nuevos recursos económicos para destinarlos a lo que se ha denominado “brechas sociales”. Una brecha social se genera cuando un niño no recibe educación de calidad, o la vivienda que ocupa su familia carece de servicios básicos o el jefe de familia no genera los recursos suficientes para cubrir sus necesidades. La acumulación de muchos de estos casos genera descontento, desazón y tensione sociales.
Si la minería empieza a ser vista como una palanca de desarrollo capaz de solventar el crecimiento del país, mediante el liderazgo político debe orientarse a hacer pedagogía social. La minería es indispensable para obtener productos metálicos y no metálicos, y, es en este proceso que se transforma el paisaje natural, tal como lo ha hecho la humanidad a lo largo de su historia.
Otra cosa es orientar y estimular la mejora continua para reducir el impacto ambiental; pero, tampoco resultan razonables las propuestas que han optado por la proscripción con fines estrictamente políticos coyunturales.
La minería, vista como oportunidad, nos brinda la posibilidad de llevar conectividad a todo el territorio, desarrollo tecnológico que fomentará el conocimiento e inclusión de unas culturas respecto de otras y, por consiguiente, su enriquecimiento en el proceso de interculturalidad, donde el aporte de cada cultura resultará complementaria de una con respecto a las otras y viceversa.
En adición, el desarrollo de los proyectos mineros ya conocidos demandará la construcción o mejora de caminos en el interior del país, lo que incentivará la movilización social, el encuentro frecuente, y el reconocimiento de todos como pares con igualdad de derechos.
Analizar la actividad minera más allá de su implicancia económica, resulta relevante en un contexto de conflictividad social donde la baraja –erróneamente– se centra en la satisfacción inmediata, cuando lo relevante siempre será lo trascendente de la minería.
Desconocer que los resultados sociales de las regiones Moquegua y Tacna responden principalmente a la actividad minero-metalúrgica que se registra de manera continua en las minas Cuajone y Toquepala es dejarse obnubilar por el discurso político antiminero que se niega reiteradamente a admitir que el futuro del Perú irá en ese camino.
¿Qué otras ventajas son generadas por la minería?
Consolida el incipiente proceso de industrialización, porque la minería es una actividad de mediano y largo plazo; por lo tanto, brinda un horizonte sostenido para cualquier emprendimiento relacionado y, en simultáneo, proporciona recursos económicos para que el Estado –mediante los impuestos– invierta en desarrollo descentralizado.
Inclusive, las universidades públicas de las regiones mineras reciben ingresos por concepto de canon y regalía minera que les faculta disponer fondos para realizar investigación en sus respectivas regiones.
Afortunadamente, la minería sigue siendo una actividad atractiva para el inversionista nacional y extranjero y, subsecuentemente, debería ser promovida pensando más en los múltiples frutos que ofrece y seguir investigando para recudir y mitigar el impacto ambiental.
El Perú espera de sus hijos el encuentro jubiloso donde el reconocimiento de la minería nos permitirá alcanzar la integración socio-cultural en la diversidad y financiar el anhelado bienestar que a la fecha aún nos resulta esquivo.
Fuente: IIMP / MINERÍA
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